El
mayor y más interesante ejemplar sobreviviente del mapamundi circular es mappa mundi que se conserva hoy día en la catedral de Hereford. Aunque su fecha es bastante tardía, c.1300 d.c. es claro que se trata del
ultimo ejemplar de una gran cadena de copias, uno de cuyos eslabones es el
mapa de Jerónimo, de alrededor de 1150 d.c., fragmento de un mapamundi que se
conserva en la Biblioteca
Británica. Hay varias razones para afirmar que el mapa Hereford
está tomado de un original romano, aparte de las inscripciones que contiene y
que lo asocian con Orosio, historiador del siglo IV,
que alude al levantamiento del plano mundial por el "rey" Agripa.
El área que representa corresponde, en términos generales, a los límites del
Imperio romano, con una extensión que abarca el territorio conquistado por
Alejandro Magno. Los límites provinciales que marca se ajustan bastante a los
de la época del emperador Diocleciano (284-305
d.c.). Las formas dadas a algunos países se asemejan a las que les asignaban
los escritores en boga en la época romana, y algunos grupos de las ciudades
mencionadas, aunque embrolladas en el mapa, corresponden a ciertas partes del
itinerario antonino. Al aceptar esta ascendencia romana del mapa de Hereford, hay que tener en cuenta que debió de haber
sufrido importantes modificaciones de manos de teólogos cristianos. El
centro del mapa es Jerusalén, de acuerdo con las tesis bíblicas. Se discute
si el mapa romano estaba orientado con el Este en la parte superior; esto no
sería una alteración que provocara dificultades, y permitió que el paraíso
terrenal ocupara el lugar de honor. Por otra parte, la superficie de
Palestina aparece aumentada en grado considerable, pues uno de los propósitos
era representar los lugares mencionados en las Sagradas Escrituras.
La pregunta que a veces se hace es si el mappa
mundi está dibujado con base en una proyección matemática. Aunque no
tiene latitudes ni longitudes, está basado, en la sección occidental por lo
menos, en itinerarios que irradian de Roma en direcciones más o menos
correctas, de manera que puede considerarse que corresponde a un acimutal
equidistante cuyo centro es la Ciudad Eterna. El profesor W. R. Tobler, quien puntualiza que el mapa conserva la mayor
parte de las propiedades topológicas de una proyección, ha calculado con
ayuda de una moderna computadora de alta velocidad las coordenadas de 155
localidades en el mapa y las ha comparado con las correspondientes latitudes
y longitudes. Suponiendo una proyección sencilla (plat
carée), el porcentaje atribuible de dispersión
a la proyección era de 73, y para una proyección
|
ortográfica con centro
en Jerusalén era de 84. Del significado de estos porcentajes tal vez se
pueda inferir que los conceptos en la mente del cartógrafo medieval
correspondieron a los implícitos en alguna proyección cenital de la esfera,
y que sus cálculos de distancia y
dirección no estaban muy lejos de lo correcto.
El esquema general se
parece al de los mapas T dentro de O, aunque algo deformado porque se trata
de destacar a Palestina, Asia Menor, etc. Roma, Antioquia y París están
claramente dibujados, lo que da pábulo a la reciente sugerencia de que uno de
los “eslabones” es obra de un escribano francés. Otras ciudades y pueblos se
representan con dibujos convencionales de torres y puertas; hay gran cantidad
de montañas y ríos, las primeras con perfil convencional. Casi todo el
espacio, que de otro modo quedaría vacío, está lleno de dibujos
primorosamente ejecutados, que describen asuntos tomados de las narraciones,
etnografía e historia natural.
De igual
interés es el hecho de que, a pesar de que lo principal está copiado de
fuentes más antiguas, contiene algunas, aunque menores, contribuciones
originales a la cartografía. En él figuran varias localidades importantes de
la administración inglesa en la Gascuña, en el siglo XIII,
y hay tramos de una ruta comercial que iba, desde tiempos muy antiguos, del
norte de Alemania al Rin. La ruta de peregrinación del norte de Francia al
santuario de Santiago de Compostela también puede ser observada. Tal vez más
sorprendente aún es la evidente inclusión de escenas en la ruta de
exportación de la lana inglesa por el sur de Francia a los mercados
italianos, como está anotado en la guía para mercaderes de Pegiolotti. El dibujo de las Islas Británicas en el mapa
de Hereford, no obstante su tosquedad, es posterior
al resto del mapa, con formas medievales de nombres de poblaciones y cuatro
ciudades en Irlanda. Asimismo, indica conocimiento del terreno la
representación más o menos detallada del sistema de los ríos Trent y Ouse, del norte de
Inglaterra
Crone G. R., Historia de los mapas. Fondo de Cultura
económica México, 1998
|